martes, 5 de septiembre de 2017

La JOTA


Entré a la JOTA en 1989, sin todavía cumplir los 12 años. Haber vivido la represión y la violación de DDHH como familia, haber estado en la barricada de la pobla ese 2 y 3 de julio del 86, mi experiencia como Pionero, entre otros, a mi parecer, ya me habían dado el mérito de sumarme a las filas de los hijos de Recabarren. 

Se estaba dando ya la pelea por las futuras elecciones. Cierto día, concentración donde confluía toda la oposición a la dictadura. Aylwin era el candidato. A nadie le convencía, pero era lo que había en ese minuto. El Partido se hizo presente, junto a las otras fuerzas de la izquierda que conformaban el PAIS, presentando candidatos a diputado. Mi familia militante se hizo presente, y como correspondía, cada uno de sus retoños los acompañamos a ello, como ellos acompañaban a nuestros abuelos a los actos.

En dicha concentración, en el Parque O'Higgins, aparece un camión con los cabros de la JOTA, hasta que uno grita: "todos aquellos jóvenes que deseen sumarse a las Juventudes Comunistas de Chile, súbanse con nosotros".... partió su buen número de cabros chilensis, y entre ellos, parto yo, un cabro chico todavía. Subo al camión y me echaron pa abajo. "Estay muy chico". Estaban varios compas, mis padres y el compañero Sergio Troncoso. Él dice "no llorís, anda pa arriba de nuevo". Y él mismo me sube junto a otros, dentro de la marea humana. 2 veces pa abajo. La 3a es la vencida. Subo, y cuando me iban a echar pa abajo nuevamente, una mujer desde la masa que rodeaba al camión le dice a los jotosos: "inscríbanlo". Los jóvenes comunistas se mostraron dudosos. Nuevamente esta mujer muy seria y con convicción pide que me inscriban. Recuerdo que una muchacha me pide muy amorosa mis datos. Nombre, edad, comuna. Y ya estás po, bienvenido. Bajo y me saludan mis viejos, el compa Troncoso y esta compañera que insistió en que me inscribieran. Mi madre me mira y me dice "ella es la compañera Gladys Marín". Ahí ella me saludó y felicitó por el paso dado.

De ahí se vino la recepción en el comunal. Compartir militancia con mi tío Pancho desde esos días, o con mis primas la Karen y la Carola, o conocer al Nano y el Carlos Quilodrán, mis actuales compañeros de célula, que ya estaban un "poquito grandes" pa ser jotosos. Luego las campañas siempre con la Gladys como candidata, salidas a propa, las marchas, el centro cultural, los grupos folklóricos pasados, ser dirigente estudiantil y candidato a la Federación de Estudiantes en la Universidad, la lucha callejera, ver al Talo Araya caer baleado ese 11 de septiembre afuera del Cementerio General, más de una incomprensión, marchar y tirar piedras a los pacos con mis primos Neira, militantes de niños también, las fiestas en el regional Norponiente, las cervezas después de los Plenos de Federación definiendo los siguientes pasos a seguir, los Congresos Nacionales de amanecida, y la compañera Gladys, nuestra Gladys, hablándome siempre como si yo fuera miembro del Central de la JOTA, cosa que nunca fuí. 

La JOTA sin lugar a dudas fue una Escuela. La Nueva Escuela. La de la Alegre Rebeldía. Y lo seguirá siendo. Y es lo que más les duele a los que quisieron exterminar a los comunistas.