martes, 28 de mayo de 2019

La tortuga del pescador Urashima y su visita al fondo del mar (Leyenda Japonesa)


Hace mucho tiempo, en una de las islas al oeste del Japón, vivía Urashima Taró. Era el único hijo de
un matrimonio de pescadores muy pobres, cuyas únicas pertenencias eran una red, una pequeña barca y una casita cerca de la playa. Los padres de Urashima querían mucho a su hijo, un muchacho sencillo.

Un día, cuando Urashima volvía de pescar, vio cómo unos niños le estaban pegando a una enorme tortuga. Entonces se enfadó muchísimo y se les acercó para reprenderlos y salvar a la tortuga. Los niños se fueron cabizbajos, y Urashima tomó la tortuga y la llevó de regreso al mar. Cuando vio que la tortuga reaccionaba al contacto con el agua y se podía mover y nadar, regresó a casa muy contento.
Al cabo de un tiempo, Urashima se fue a pescar. Todo estaba tranquilo en el mar y Urashima tiraba al agua y recogía su red con entusiasmo. Una de las veces, al subir la red, vio que estaba la tortuga que él había echado al mar unos días antes. Esta le dijo: "Urashima, el gran señor de los mares se ha maravillado con la buena acción que hiciste conmigo, y me ha enviado para que te conduzca a su palacio.


Además te quiere dar la mano de su hija, la hermosa princesa Otohime", Urashima accedió gustoso y juntos se fueron mar adentro, hasta que llegaron a Riugú, la ciudad del reino del mar. Era maravillosa. Sus casas eran de esmeralda y los tejidos de oro; el suelo estaba cubierto de perlas y grandes árboles de coral daban sombra en los jardines; sus hojas eran de nácar y sus frutos de las más bellas piedras preciosas.


Urashima se casó con Otohime, la hija del rey del mar, y pasaron una semana de una felicidad completa. Pero al cabo de esos días, Urashima pensó que sus padres debían de estar preocupados por él, y decidió subir a la superficie para decirles que se encontraba bien y que se había casado. Otohime comprendió a su marido, y le dio una pequeña caja de madera atada con un cordón de seda. Cuando se la entregó, le dijo que si quería volver a verla no la abriera.

Cuando Urashima llegó al pueblo, todo había cambiado, ya no reconocía ni las hi casas ni a las personas. Y cuando buscó la casita de sus padres solo vio un gran edificio en el que nadie sabía nada de unos ancianos. Finalmente, un señor viejo, viendo la desesperación de Urashima, le explicó que no lo recordaba muy bien, porque había pasado mucho tiempo atrás, pero que recordaba a su madre explicarle la desdichada suerte de un par de ancianitos cuyo único hijo salió a pescar y no regresó jamás. Urashima empezó a comprender: mientras vivió en la ciudad del mar había perdido la noción del tiempo. Lo que le habían parecido sólo unos cuantos días habían sido más de cien años.
Se dirigió a la playa, y sin saber qué hacer abrió la caja que le había dado su mujer. Al instante un viento frío salió de la caja y envolvió a Urashima. Este recordó loque | le había dicho su mujer, pero de pronto se sintió muy cansado, sus cabellos se volvieron blancos y cayó al suelo. Cuando a la mañana siguiente fueron los muchachos a bañarse, vieron tendido en la arena a un anciano sin vida. Era Urashima que había muerto de viejo.




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